CRÓNICA
ONÍRICA DEL SIGLO XXI
Colapso
Francisco Chaves Guzmán
Durante el año 2090 la religión de
los globalizadores, el Credo Global, entró en clara descomposición. Las
contradicciones internas que marcaron su instauración, en 2026, fueron enquistándose
paulatinamente y de su organigrama no surgió figura alguna capaz de poner un
poco de cordura en aquella ensalada de ideas y ritos.
Recordemos que el Credo Global fue
una religión expresamente diseñada para cubrir las necesidades de control social del gobierno de los mercaderes, que aprovechó
el viejo sueño del ecumenismo presente en muchas de las antiguas creencias. El
resultado fue que el anterior régimen monolítico de las precedentes religiones
se convirtió en algo parecido a un oligopolio, a imagen del Gobierno Global, en
que la proliferación de dioses y dogmas, provenientes de muy diferentes raigambres,
resultaba absolutamente ininteligible para el común de la población.
Tres eran los puntos débiles del
Credo Global. El sincretismo, que, como acabo de explicar, convertía en un
galimatías todo el cuerpo doctrinal. El maniqueísmo, que reducía la realidad a
una eterna lucha entre el bien y el mal. Y el judicialismo, en su terrenal
intento de equiparar los pecados con los delitos.
Así pues, convertidos sus clérigos en meros
funcionarios de los globalizadores y sus dioses en garantes del orden
económico, el Credo Global se desmoronaba a la misma velocidad que la
desintegración y el colapso presagiaban el fin del Gobierno Global, sumido en
una maraña laberíntica de despropósitos.
Tal era la situación en el año 2090,
cuando muchos de los dirigentes del Credo Global, conscientes de la cercanía
del precipicio, intentaron volver a sus viejas religiones tradicionales y
buscar en ellas amparo. Pero al levantar el velo del templo descubrieron que
también ellas estaban obsoletas y que sus antiguas divinidades les habían
abandonado para siempre.
Ciudad
H7Q2 Enero
de 2101
Publicado en Diario Lanza el 7 de Octubre de 2013
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