lunes, 31 de marzo de 2014

La Hoguera de los Intelectuales

ESPIRALES ELÍPTICAS
        La Hoguera de los Intelectuales
                                        Francisco Chaves Guzmán

            Alejandro Magno, el cultísimo discípulo de Aristóteles, ordenó prender fuego a la biblioteca de Persépolis. El emperador Augusto, protector de poetas como Virgilio, hizo torturar a otros poetas y prohibió alguna obra del mismísimo Ovidio. Ejemplos no faltan de bibliófilos dedicados a la destrucción de los libros.
            De esta paradoja —si es que lo es— parte el filólogo venezolano Fernando Báez para pergeñar su volumen “La Hoguera De Los Intelectuales”, colección de breves ensayos publicados anteriormente en periódicos de primera fila mundial. En este volumen nos invita a un paseo por los caminos, siempre tortuosos, de la Literatura; y también de la Filosofía, el Arte y la Historia, haciendo paradas estratégicas unas veces en hitos fundamentales y otras en anécdotas traídas a cuento. O en citas, como cuando recuerda que Robert Louis Stevenson decía que “el mayor secreto del arte literario estriba en que cualquiera que sepa escribir puede convertir un periódico en una Iliada”.


            Lo cierto es que Fernando Báez aprovecha en este libro su enorme erudición para proponer un juego basado en la creación de expectativas, la apertura de incógnitas, la construcción de interrogantes, la pesquisa histórica y la satisfacción de la curiosidad. Con el buen gusto de hurtar deliberadamente su propia posición ideológica para no influir en el ánimo detectivesco del lector. Pero, eso sí, declarando sin tapujos sus gustos artísticos y literarios, con defensas y ataques clamorosos.
            Aquí tengo que decir que no comparto la mayoría de sus filias ni de sus fobias. Pero ¿qué importancia tiene el acuerdo o el desacuerdo en estos temas cuando se te brinda la posibilidad de gozar de una aventura literaria que tiene todos los ingredientes que un lector bien entrenado espera encontrar en un libro?
            “La Hoguera De Los Intelectuales” comienza con una extensa relación de los crímenes cometidos contra escritores y libros a través de los tiempos. Y es que Fernando Báez también sabe algo sobre hogueras e intelectuales desde que fue declarado “persona non grata” por las autoridades de los Estados Unidos a raíz de la publicación de “La Destrucción Cultural De Iraq”, que había sido prologado por Noam Chomsky.

Publicado en Diario Lanza el 31 de Marzo de 2014  

lunes, 17 de marzo de 2014

Se armó La De San Quintín

ESPIRALES ELÍPTICAS
       Se Armó La De San Quintín
                                         Francisco Chaves Guzmán

            ¿Qué circunstancias son necesarias para que se arme la de San Quintín? Nadie conteste: es una pregunta retórica, pues todo el mundo sabe, poco más o menos, con qué ingredientes se monta un buen follón.
            Además, lo que Nieves Concostrina persigue en “Se Armó La De San Quintín” no es la búsqueda científica ni filosófica de las causas últimas, sino algo tremendamente más sencillo, aunque no esté al alcance de todos: ilustrar con buen humor. Una variante jovial del enjundioso “enseñar deleitando”.


            Pues Nieves Concostrina no es solamente una escritora avezada en las sutiles artes del humor negro, el silogismo rocambolesco o el ingenio acrobático, sino también una consumada prestidigitadora , capaz de sacar de su chistera literaria prodigiosas palomas multicolores y apabullantes fantoches casi mitológicos. Por tal razón, en este libro, segunda parte de sus “Menudas Historias De La Historia”, viene a dar testimonio de trescientos hechos —unos graciosos, otros desgraciados— ocurridos a través de los siglos a toda clase de personajes más o menos jocosos u odiosos.
            A partir del medio técnico de una prosa directa y afilada, la escritora se recrea, y nos recrea, en un viaje a través de los despropósitos, disparates y jugarretas que eminentes capitostes han llevado a cabo con naturalidad de bailarinas. El chiste y la ironía le sirven para dejar desnudos, como en el cuento, a los petulantes que decían vestir los lujosos atavíos de la valentía, el discernimiento, el altruismo o la continencia. Y, así, permitir al lector mirar por el ojo de la cerradura de la Historia y ver a los personajes tal cómo eran, lejos de la seriedad o el cretinismo, según los casos, que les confieren los libros de texto.

            La sátira y la sorna, la mordacidad y la rechifla desplazan, pues, a los sesudos academicismos para enseñarnos que todo suceso tiene múltiples dimensiones, que los entusiasmos deben ser revisados a la luz de la letra pequeña, que los decretos son a veces dictados por la adrenalina, que las seguridades pueden ser vencidas por una ligera brisa. Y que los humanos, todos los humanos, sean reyes o poetas, comparten la altura de miras con las asperezas a ras de suelo.

Publicado en Diario Lanza el 17 de Marzo de 2014 

lunes, 3 de marzo de 2014

Qué diablos pasó con Baby Jane

ESPIRALES ELÍPTICAS
      Qué diablos pasó con Baby Jane
                                         Francisco Chaves Guzmán

            Juan Carlos Sánchez Belmonte ha estrenado en Ciudad Real “Qué Diablos Pasó Con Baby Jane”, versión teatral escrita y dirigida por él mismo, que cuenta con una serie de sorprendentes innovaciones muy a tener en cuenta. Veamos.
            “Qué Fue De Baby Jane” fue una mediocre novela escrita por Henry Farrell que conoció el aplauso del público al ser llevada a la pantalla por Robert Aldrich. El que Juan Carlos Sánchez Belmonte haga una versión teatral y musical de la película es muy novedoso, pues generalmente el camino que siguen las obras literarias es el inverso. Bien es cierto que el propio Farrell llevó su obra al teatro, pero no desde la película, sino desde la propia novela. Y con intereses estéticos bastante alejados de los de Sánchez Belmonte.



            Quien, por otra parte, ha convertido una obra eminentemente dramática, aunque con algún rasgo de fino humor, en una comedia muy divertida en la que los espectadores se lo pasan en grande con las peripecias y diálogos a los que presta un nuevo sentido.
            Además, los papeles de las hermanas Hudson, que en la película estaban interpretados por Bette Davis y Joan Crawford, aquí lo son por los actores Paco Alberola y Javier Hernán, que bordan una actuación memorable, alejándose de anteriores trabajos mucho menos peliagudos. Sobretodo Javier Hernán, que da vida a una Baby Jane llena de colorido y sin caer jamás en la afectación.
            Es preciso, también, dejar constancia de que la siempre difícil conversión del patio de butacas en escenario está resuelta con maestría, sin permitir en ningún momento que el público se sienta acosado ni olvide que está viendo una obra de teatro.
            Tampoco hay que pasar por alto que el tratamiento de la acción a la que el espectador no tiene acceso visual está muy bien solventado y que el vestuario es idóneo, así como la acertada sencillez del decorado.
            En mi opinión, los dos actores principales han dado un paso decisivo para ser considerados tales. Y el escritor ha corroborado su capacidad para realizar nuevas versiones de textos clásicos. Los tres tienen un reto definitivo: implicarse en una obra seria, actual, comprometida, arriesgada. Pues cuentan con los mimbres personales necesarios.

Publicado en Diario Lanza el 3 de Marzo de 2014