viernes, 12 de noviembre de 2010

Los Océanos de Augusto Guzmán

ESPIRALES ELÍPTICAS
             Los Océanos de Augusto Guzmán

                                                                         Por: Francisco Chaves Guzmán

            Hace pocos meses Augusto Guzmán presentaba en el Teatro Moderno, de Guadalajara, su último trabajo discográfico, OCÉANOS, que viene a cerrar una trilogía cuyo primer eslabón llevó por título “Cerrado” y que prosiguió con la publicación de “Paraíso”.
            Ahora, reanudando una antigua amistad, Augusto me hace llegar una copia de “Océanos”, que ha pasado en mi estudio dos pruebas de fuego: haber sonado repetidamente durante diez días sin menoscabo de su interés y haber suscitado la admiración de mis amigos literatos y cineastas.
            Hablo de antigua amistad porque nos conocimos hace alrededor de quince años, cuando él era un adolescente que formaba parte del grupo musical Quark Trío y que ya comenzaba a destacar en su faceta de fotógrafo. Precisamente fue esta actividad la que le acercó al colectivo La Fragua, bajo cuya dirección participamos ambos en diversas exposiciones fotográficas conjuntas compartiendo espacio museístico con otra docena de admirables artistas.

            Con el paso del tiempo, Augusto se ha revelado como un magnífico fotógrafo, que ha firmado reportajes en más de veinte países, ilustrado varias obras literarias y publicado dos volúmenes con sus propias fotografías, “Cínema” y “Silencios”, este último en avanzada fase de edición. Y obtenido el premio nacional Ciudad de Almagro.
            El volumen “Cínema” constituye una serie de reflexiones poéticas visuales nacidas en el transcurso de sus viajes alrededor del mundo. Reflexiones que engarzan con las diferentes facetas de su trabajo musical, que viene a traducir en elementos armónicos la empatía producida por gentes de lejanas tierras, heterogéneos intereses y diferentes culturas.
            Es esa vena poética la que imprime un sello inconfundible a todos los trabajos musicales que he llevado a cabo. Así es su paso por el ballet, pues suya es la partitura de “Dorian Gray” —aún en fase de producción— y de “El Ladrón y la Bailarina”. Y ha firmado los musicales “La Asamblea Mágica” y “Plinio o la Banda Menguante”, ambos con libreto de Manuel Valero. Suya es también la música de las obras de teatro “Blanco”, “No hay Ladrón que por Bien no Venga” y “La Gallina que pudo ser Princesa”, así como la banda sonora de una docena de documentales.
            Por otra parte, como productor, ha intervenido en las grabaciones de más de cuarenta discos y a su sello discográfico, Nuada Records, se han acogido decenas de artistas de diversa procedencia estilística.
            Toda esta actividad viene avalada por su formación en la música clásica, que ha sabido conjugar con experiencias en el ámbito de la música electrónica. Ello desemboca, como corolario ineludible, en la publicación de su nuevo álbum. Pues “Océanos” es trabajo de autor donde los haya, ya que suya es, además de la música, la letra, los arreglos y la grabación.
            Dice Augusto Guzmán que “Océanos” debe mucho al equipo con que ha contado. Estoy de acuerdo. Sobretodo a la voz de Araceli Sánchez, profunda y sensual. Y al bajo eléctrico de Lorenzo Laguna, muchas veces en labores de solista, lo cual es inusual, pero que confiere al conjunto un aire impresionista marcado por la indefinición armónica, pleno de color y ritmo.
            Color y ritmo que vienen determinados por las influencias sefardíes, magrebíes y cíngaras que se entremezclan en los diferentes temas. Así como por un muro de sonido que hace las veces de malla, en que se apoyan la melodía y la armonía, para conseguir una agresividad y un estado de embriaguez que corresponde a una música que bien podríamos decir que pertenece a otro planeta.
            Y eso que encuentra la inspiración claramente en la naturaleza. En los ríos, bosques y acantilados. Y en los océanos, que hacen fluir la verdad inasible de las cosas, de los sentidos, de las emociones. Todo ello está reflejado en el antagonismo entre una atmósfera musical envolvente y el sentido directo de unos versos, llenos de pasión, a través de una voz que clama ideas y afirmaciones. Y, no lo olvidemos, en la percusión eléctrica y acústica envueltas en un sólo canal, que ayuda a la creación de esa atmósfera de lucidez y entusiasmo.
            Augusto Guzmán, para quien lo importante es la personalidad y el compromiso, no se corta al zaherir el estancamiento musical provocado por el conservadurismo del mercado, que hace parecer futuristas composiciones con medio siglo de vida y gritos de modernidad sus copias clónicas. Océanos de personalidad.
               

Publicado en Diario Lanza el 10 de Noviembre de 2010