lunes, 14 de septiembre de 2015

Presentación "MERCACHIFLES"


El próximo día 14 de Octubre de 2015.
Miércoles, a las 21 horas.

Teatro de la Sensación
 
Tendrá lugar la presentación de mi nuevo libro, cuyo género literario se encuentra entre los límites de la novela, el ensayo y el manifiesto.

MERCACHIFLES


Os quedaré muy agradecido por vuestra presencia.
E intentaré convertir la presentación en un encuentro agradable, lleno de ritmo.
El libro estará a la venta en las librerías desde una semana antes.
¡Os espero!



lunes, 1 de diciembre de 2014

Medianoche En París


ESPIRALES ELÍPTICAS
             Medianoche en París
                                                               Francisco Chaves Guzmán

            Algunas veces, no me cabe duda, también es bueno ir al cine con el ánimo dispuesto, simplemente, a pasar un buen rato. Lejos de los grandes temas filosóficos y sociales, que no debemos dar por superados pero sí momentáneamente aparcados. Para conseguirlo es preciso encontrar una película inteligente, bien diseñada, que nos ofrezca grandes placeres estéticos y que nos trate como a personas con la cabeza bien amueblada y no como consumidores de bazofia.

 
            Un ejemplo actual de tal tipo de cine lo encontramos en la ingeniosa “Midnight In Paris” (los distribuidores españoles decidieron respetar el título original), con la que el brillante Woody Allen retoma la senda de su cine más divertido e inteligente, proponiendo un viaje en el tiempo a los felices años veinte y, desde allí, en un doble bucle, una visita a la bohemia de los últimos románticos.
            Y así, tomando unos tragos por los tugurios de Montmartre y del Quartier Latin en noches frenéticas y delirantes, cruzar unas palabras con los grandes escritores de la época, comprender las visiones multiformes de las vanguardias, incluso observar la danza de algún torero hispano, pues allí estaban todos los que tenían algo que decir, en una república de las artes donde a nadie se le pedía su pasaporte ni el certificado de buenos modales.
            Y es de esta forma, a través de una comedia vertiginosa, que Woody Allen compara el París actual, abarrotado de turistas uniformados, con el de entonces, ocupado por artistas en trance y de donde los turistas puritanos huirían aterrorizados. Woody Allen muestra toda la nostalgia que siente por un tiempo definitivamente desaparecido. Pues ya se sabe que sí es posible sentir nostalgia por momentos y situaciones que nunca se han vivido.
            “Midnight In Paris” es una obra para los sentidos. La música, el jazz, inunda toda película. La fotografía de un París decadente llena el espíritu de belleza. Yo diría que se pueden oler las calles tras la lluvia y el humo de los cigarros, que la absenta quema las gargantas, que el espectador es capaz de sentir bajo sus dedos la textura de muebles y vestidos. Y que merece la pena aunque sólo sea por oír las palabras de aquellos creadores que cambiaron el arte y la literatura.

Publicado en Diario Lanza, de Ciudad Real, el 1 de Diciembre de 2014.

lunes, 17 de noviembre de 2014

El Fantasma De La Libertad


ESPIRALES ELÍPTICAS
        El Fantasma De La Libertad
                                             Francisco Chaves Guzmán

            Cuando una película comienza en medio de un levantamiento popular contra el opresor y ese levantamiento se hace al grito de “¡Vivan las Cadenas!” el espectador ya sabe que la película no es un pasatiempo y que su director no es trigo limpio. Porque saltarse la corrección narrativa y la corrección política tiene que ser obra de un ser malvado, dispuesto a todo para mostrarnos aquello que no deseamos ver.

 
            Si la acción de la película continúa en un apacible jardín en el que un depravado ofrece caramelos a las niñas y les enseña ciertas fotografías que escandalizan a sus niñeras, instantáneas turísticas de arquitectura civil y religiosa, y las niñeras son despedidas por no haber sabido velar por la inocencia de las pequeñas, podemos estar absolutamente seguros de que el director es un dragón que echa fuego por la boca, o por los fotogramas.
            El director fue Luis Buñuel. Y la película “El Fantasma De La Libertad”, digna hermana gemela de otras dos obras maestras de Buñuel, “La Vía Láctea” y “El Discreto Encanto de la Burguesía”, con las que comparte su espíritu iconoclasta y surrealista. Iconoclasta por su espíritu destructivo y surrealista porque presenta temas oníricos de límites difusos. Lo cual es una ventaja para los que no quieren enterarse de nada, pues les permite zanjar su disgusto con un “yo no comprendo estas tonterías”. Otra mentira con la que intentan evitar llamar en su ayuda a la santa inquisición con el ya mencionado grito de “¡Vivan las Cadenas!”.
            Y conste que la película es tremendamente divertida, con una sucesión de situaciones jocosas y una retahíla de personajes grotescos que son capaces de desprestigiar a las instituciones que representan. La educación, la familia, la religión, la justicia, la policía, incluso la medicina y la universidad, son objeto de la parodia sistemática de un Buñuel desatado que no deja piedra sobre piedra, a lo que contribuye de manera decisiva la extraña forma con que se engarzan las secuencias y la displicencia de todos sus personajes.
            De lejos es sabido que, cuando la seguridad prima sobre la libertad, cerca se está de no tener ni la una ni la otra. Es entonces cuando la libertad se convierte en el fantasma del que todos hablan pero nadie ha visto, en una entelequia falta de significado, en una ficción esotérica, en la mentira que adormece, en una filigrana en el vacío.

Publicado en Diario Lanza, de Ciudad Real, el 17 de Noviembre de 2014.

lunes, 3 de noviembre de 2014

El Bosque Del Lobo


ESPIRALES ELÍPTICAS
             El Bosque Del Lobo
                                          Francisco Chaves Guzmán

            Es muy comprensible que una comunidad se una para librarse del monstruo que acecha y que tal acción sirva para reforzar la cohesión de los individuos que la forman. Lo que plantea serias dudas morales radica en la fabricación del monstruo por ese grupo social con el fin de tener asegurado el momento catártico de su persecución. Mayores dudas aún ofrece el hecho de que se escoja a un niño para prepararlo desde su infancia en ese papel, un niño que se convence a sí mismo de su condición de malvado. Cuando el colmo de la maldad estriba en que familiares, amigos, vecinos y autoridades hayan trabajado al unísono para tener disponible al chivo expiatorio en el momento adecuado.
 

 

            Esta es la historia que en 1970 cuenta Pedro Olea en su película “El Bosque Del Lobo”, que consiguió despistar de forma milagrosa a la censura de la época con la ayuda de un guión perfectamente estructurado y de unas interpretaciones geniales. Una de ellas, la de José Luis López Vázquez, a quien por entonces se comenzaba a dar los papeles acordes con su talento que antes le había negado la industria cinematográfica.
            En “El Bosque Del Lobo” aparece un pueblo lleno de supersticiones, de odios, analfabeto y cruel, dispuesto a cualquier cosa por salvar sus tradiciones, entre las que está, naturalmente, la de tener un hombre lobo que los asuste sin pausa y que pueda ser ajusticiado en el momento oportuno. Y el pobre hombre lobo, interpretado por López Vázquez, que desde niño padece ataques epilépticos, comienza a creer las cosas terribles que de él se dicen, hasta convertirse en un desequilibrado capaz de los crímenes más absurdos y horrorosos que puedan imaginarse. Entonces la furia del pueblo se desata.
            Se dice que el mismísimo Carrero Blanco quiso prohibir la película una vez estrenada y que proyectó su ira contra los censores que no habían sabido ver los corolarios sociológicos y antropológicos. Y que no lo hizo, persuadido por sus consejeros, para evitar darle trascendencia y publicidad.
            Por mi parte, debo confesar que, cada vez que veo en los telediarios la venganza rugiente, el odio desmedido, la animalidad vocinglera, recuerdo la persecución del hombre lobo por aquella turba crédula y feroz.

Publicado en Diario Lanza, de Ciudad Real, el 3 de Noviembre de 2014

lunes, 20 de octubre de 2014

Danzad, Danzad, Malditos


ESPIRALES ELÍPTICAS
         Danzad, Danzad, Malditos
                                           Francisco Chaves Guzmán

            La pareja de baile que más resista sobre la pista ganará un premio en metálico, por lo que varios cientos de menesterosos acuden allí con la esperanza, al menos, de comer gratis, mientras miles de espectadores abarrotan las gradas para disfrutar del espectáculo. Del sufrimiento como espectáculo. Este es el telón de fondo de la película “Danzad, Danzad, Malditos”, que Sydney Pollak rodó en 1969.
 

 

            El título original era “¿Acaso No Matan A Los Caballos?”, el mismo que el de la novela de Horace McCoy en que está basada, haciendo referencia a que un tiro de gracia era un favor que bien podía dispensarse a los participantes según caían eliminados. Eso, al menos, es lo que pensaban los promotores del maratón de baile y muchos de los satisfechos espectadores cada vez que uno de los danzarines se derrumbaba entre sollozos después de varios días de vueltas y más vueltas al son que marcaba la música.
            Derrengados, asfixiados, acalambrados, los competidores se arrastraban bajo la mirada implacable y cruel del público devorador de hamburguesas y zarzaparrilla que aullaba e insultaba, deseoso de asistir al último suspiro de cualquiera de ellos. Porque esos muchachos y muchachas, que daban vueltas y más vueltas, soñaban con un improbable premio que les concediese un aplazamiento en su pavorosa caída. Y para ello estaban dispuestos a afrontar calamidades tan grandes como las que ya soportaban.
            ¿Verdad que no entran ganas de ver la película ni de leer la novela? Pues se equivocan, porque es preciso aprender a vomitar. Aprender a levantarse airado, aprender a gritar, aprender a tomar decisiones. Porque la decisión mayor estriba en la alternativa entre tomar decisiones o dar vueltas y más vueltas para solaz de los espectadores. Sin olvidar que la estructura formal de la película es verdaderamente admirable, tanto por su ritmo como por su puesta en escena.
            Y porque un mundo en el que la libertad está siendo sustituida por un sucedáneo con lucecitas multicolores necesita de un escalofrío que nos haga reaccionar y ser capaces de dilucidar quién está interesado en darnos gato por liebre, qué métodos emplea para conseguirlo y cuáles son las salidas que nos quedan.

Publicado en Diario Lanza, de Ciudad Real, el 20 de Octubre de 2014

lunes, 6 de octubre de 2014

Cartas Parisinas


ESPIRALES ELÍPTICAS
                   Cartas Parisinas
                                                                   Francisco Chaves Guzmán

            “Cartas Parisinas” es una recopilación de artículos periodísticos publicados en un Diario francés de provincias entre los años 1895 y 1904, es decir, hace más de un siglo. Cabría preguntarse qué valor puede tener para el lector actual el repaso de estas crónicas, cuando para la mayoría el conocimiento de los hechos sometidos a análisis es meramente nulo o, a lo sumo, noticias de cuyo recuerdo sólo queda una ligera neblina. Pero, muy al contrario de lo que pudiera pensarse, la lejanía nos procura no sólo una perspectiva de su conjunto, sino también una distancia que permite analizarlos desde la reflexión, fuera del fragor de la batalla ideológica del momento.
 
 

             Es bien sabido que su autor, Marcel Schwob, fue un reconocido literato y filólogo, de una prosa candente, alejado tanto de los tristes académicos como de los atrevidos innovadores, de cuya pluma salieron relatos tan deslumbrantes como los de “El Rey De La Máscara De Oro” o  novelas tan sublimes como “La Cruzada De Los Niños”, de la que ya se dio noticia en estas Espirales Elípticas.
               Pero Marcel Schwob fue también un periodista de olfato muy afilado, capaz de bucear en los entresijos de la realidad, sin conformarse jamás con lo evidente, sino rastreando en la parte oculta de los acontecimientos aquello que puede satisfacer tanto a la curiosidad como a la imaginación. Buscando un tipo particular de lector, pues pensaba, como confiesa en sus memorias, que “el lector que no sabe leer entre líneas jamás será un sibarita de los libros”.
            Así pues, el valor de estas columnas periodísticas no puede estribar hoy día en su corrección o falta de corrección política, siempre mediatizadas por la andadura personal, el tiempo histórico en que se vive y la capacidad para tomar distancia. Sino porque parecen escritas en la actualidad y hablan de problemas parecidos a los que hoy soportamos, porque son un grito contra el recorte de las libertades y contra las vejaciones. Dice Marcel Schwob en una de estas columnas: “Francia ha sido el país de la libertad. En pocos años la libertad irá a refugiarse a cualquier otra parte”. Palabras que ahora tendrían que referirse a un espacio geográfico muchos más amplio.

Publicado en Diario Lanza el 6 de Octubre de 2014.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Doce Hombres Sin Piedad


ESPIRALES ELÍPTICAS
            Doce Hombres Sin Piedad
                                                                  Francisco Chaves Guzmán

            No estaría de más en este momento volver a ver “Doce Hombres Sin Piedad”, la película que Sidney Lumet rodó sobre un texto de Reginald Rose en 1957. Yo tuve la suerte, cuando tenía doce años, de asistir pasmado a su proyección y puedo asegurar que condicionó mis gustos cinematográficos y mis posteriores convicciones éticas. En su defecto, también tenemos a mano la versión que en 1973 hizo Gustavo Pérez Puig. Ambos filmes se ciñen escrupulosamente a la obra original, tienen la cadencia adecuada y muestran interpretaciones memorables.
 
 

            “Doce Hombres Sin Piedad” tuvo la osadía de llamar por su nombre a temas tan escabrosos como la idoneidad del jurado, la manipulación de las pruebas, la exactitud de los testimonios, los prejuicios universales, los odios exacerbados, el desprecio hacia los más débiles, la manipulación mediática, las garantías procesales, la falta de espíritu crítico, las amenazas más o menos encubiertas al disidente, la inocencia culpable del individuo masificado o la personalidad puritana como fuente de derecho.
            Y si recomiendo revisitar este título no es por la nostalgia que aglutina a tantos cinéfilos, sino porque, lamentablemente, estas cuestiones han dado sus frutos en forma de parecidos o más peliagudos asuntos y porque los casi sesenta años transcurridos han servido, como máximo, para encalar la fachada. Sobra con poner el oído en los lugares públicos para conocer el concepto que del orden y de la justicia tienen algunos sectores. Y su desconocimiento sobre el papel que juegan las diferentes instituciones. De lo cual son culpables los demagogos que excitan los bajos instintos en lugar de la razón.
            La vida está judicializada. La presunción de inocencia deja paso a la presunción de culpabilidad. La privacidad es ya cosa del pasado, porque el derecho a la intimidad ha sido puesto en entredicho por los nuevos “cazadores de brujas”. Algunos medios de comunicación dan por sentado el carácter ilegal de conductas que no lo son. Se amplían las figuras delictivas, se ensalza el mamporro y la venganza...
            Estas son las razones para volver a ver “Doce Hombres Sin Piedad”, obra que nos enseña que la realidad depende, literalmente, del tipo de gafas con que se la mire.

Publicado en Diario Lanza el 22 de Septiembre de 2014