lunes, 17 de noviembre de 2014

El Fantasma De La Libertad


ESPIRALES ELÍPTICAS
        El Fantasma De La Libertad
                                             Francisco Chaves Guzmán

            Cuando una película comienza en medio de un levantamiento popular contra el opresor y ese levantamiento se hace al grito de “¡Vivan las Cadenas!” el espectador ya sabe que la película no es un pasatiempo y que su director no es trigo limpio. Porque saltarse la corrección narrativa y la corrección política tiene que ser obra de un ser malvado, dispuesto a todo para mostrarnos aquello que no deseamos ver.

 
            Si la acción de la película continúa en un apacible jardín en el que un depravado ofrece caramelos a las niñas y les enseña ciertas fotografías que escandalizan a sus niñeras, instantáneas turísticas de arquitectura civil y religiosa, y las niñeras son despedidas por no haber sabido velar por la inocencia de las pequeñas, podemos estar absolutamente seguros de que el director es un dragón que echa fuego por la boca, o por los fotogramas.
            El director fue Luis Buñuel. Y la película “El Fantasma De La Libertad”, digna hermana gemela de otras dos obras maestras de Buñuel, “La Vía Láctea” y “El Discreto Encanto de la Burguesía”, con las que comparte su espíritu iconoclasta y surrealista. Iconoclasta por su espíritu destructivo y surrealista porque presenta temas oníricos de límites difusos. Lo cual es una ventaja para los que no quieren enterarse de nada, pues les permite zanjar su disgusto con un “yo no comprendo estas tonterías”. Otra mentira con la que intentan evitar llamar en su ayuda a la santa inquisición con el ya mencionado grito de “¡Vivan las Cadenas!”.
            Y conste que la película es tremendamente divertida, con una sucesión de situaciones jocosas y una retahíla de personajes grotescos que son capaces de desprestigiar a las instituciones que representan. La educación, la familia, la religión, la justicia, la policía, incluso la medicina y la universidad, son objeto de la parodia sistemática de un Buñuel desatado que no deja piedra sobre piedra, a lo que contribuye de manera decisiva la extraña forma con que se engarzan las secuencias y la displicencia de todos sus personajes.
            De lejos es sabido que, cuando la seguridad prima sobre la libertad, cerca se está de no tener ni la una ni la otra. Es entonces cuando la libertad se convierte en el fantasma del que todos hablan pero nadie ha visto, en una entelequia falta de significado, en una ficción esotérica, en la mentira que adormece, en una filigrana en el vacío.

Publicado en Diario Lanza, de Ciudad Real, el 17 de Noviembre de 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario