ESPIRALES ELÍPTICAS
El Fantasma De La LibertadFrancisco Chaves Guzmán
Cuando una película comienza en
medio de un levantamiento popular contra el opresor y ese levantamiento se hace
al grito de “¡Vivan las Cadenas!” el espectador ya sabe que la película no es
un pasatiempo y que su director no es trigo limpio. Porque saltarse la
corrección narrativa y la corrección política tiene que ser obra de un ser
malvado, dispuesto a todo para mostrarnos aquello que no deseamos ver.
Si la acción de la película continúa
en un apacible jardín en el que un depravado ofrece caramelos a las niñas y les
enseña ciertas fotografías que escandalizan a sus niñeras, instantáneas
turísticas de arquitectura civil y religiosa, y las niñeras son despedidas por
no haber sabido velar por la inocencia de las pequeñas, podemos estar
absolutamente seguros de que el director es un dragón que echa fuego por la
boca, o por los fotogramas.
El director fue Luis Buñuel. Y la
película “El Fantasma De La Libertad”, digna hermana gemela de otras dos obras
maestras de Buñuel, “La Vía Láctea” y “El Discreto Encanto de la Burguesía”,
con las que comparte su espíritu iconoclasta y surrealista. Iconoclasta por su
espíritu destructivo y surrealista porque presenta temas oníricos de límites
difusos. Lo cual es una ventaja para los que no quieren enterarse de nada, pues
les permite zanjar su disgusto con un “yo no comprendo estas tonterías”. Otra
mentira con la que intentan evitar llamar en su ayuda a la santa inquisición
con el ya mencionado grito de “¡Vivan las Cadenas!”.
Y conste que la película es
tremendamente divertida, con una sucesión de situaciones jocosas y una retahíla
de personajes grotescos que son capaces de desprestigiar a las instituciones
que representan. La educación, la familia, la religión, la justicia, la
policía, incluso la medicina y la universidad, son objeto de la parodia
sistemática de un Buñuel desatado que no deja piedra sobre piedra, a lo que
contribuye de manera decisiva la extraña forma con que se engarzan las
secuencias y la displicencia de todos sus personajes.
De lejos es sabido que, cuando la
seguridad prima sobre la libertad, cerca se está de no tener ni la una ni la
otra. Es entonces cuando la libertad se convierte en el fantasma del que todos
hablan pero nadie ha visto, en una entelequia falta de significado, en una
ficción esotérica, en la mentira que adormece, en una filigrana en el vacío.
Publicado en Diario Lanza, de Ciudad Real, el 17 de Noviembre de 2014.
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