Batalla
Francisco Chaves Guzmán
El año 2052, ante el progresivo deterioro de las condiciones de vida en el planeta, el Gobierno Global tuvo que intervenir para paliar en lo posible sus graves consecuencias. Y no lo hizo con paños calientes que suavizaran el sufrimiento de los súbditos, sino con la firmeza de que siempre había hecho gala.
Así que, para enfriar las veleidades subversivas, atacó a la población con una ola de pánico, consistente en hablar hasta la extenuación de los graves peligros que llevaba aparejado el consumo de una serie de artículos hasta entonces considerados saludables. De esta forma cayeron en desgracia el pescado blanco, la carne blanca, el vino blanco y los paraguas blancos. Naturalmente, el blanco denominador común buscaba el efecto publicitario de otorgar a la campaña la contundencia de lo unitario.
En lo que no cayeron los sagaces propagandistas fue que el paraguas era un elemento heterogéneo que no sólo dañaba la homogeneidad del mensaje, sino que lo ponía a fácil tiro de la rechifla y el cachondeo, actividades históricamente más terapéuticas contra la ansiedad que la pedrada y el insulto.
No puede extrañar, pues, que las pizarras de todos los colegios apareciesen un buen día plagadas de blancos paraguas dibujados con tiza. Y que todo intento de eliminar el icono recién adoptado fuese rápidamente contestado con dibujos cada vez más numerosos, que llegaron a traspasar los límites del aula e, incluso, de la verja del colegio.
Lo que ni escolares ni gobernantes quisieron ver, o pudieron ver, o se atrevieron a ver, es que la “batalla de la tiza” constituyó el primer levantamiento colectivo, el primer aviso multitudinario recibido por el régimen de los mercachifles.
Cabe reseñar que el ministro de Asuntos Internos envió un guardia armado hasta los dientes a cada centro escolar y que el ministro de Asuntos Educativos ordenó a los directores de los colegios cambiar el color de la tiza.
Ciudad H7Q22
Enero de 2101
Publicado en Diario Lanza el 14 de Enero de 2013
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