Robots
Francisco Chaves Guzmán
Fue en el transcurso del año 2036 cuando salieron al mercado las primeras unidades del más sofisticado de los complementos del hogar jamás creados por el espíritu competitivo y empresarial de la historia de la humanidad: los robots domésticos. Fueron, naturalmente, acogidos con sublimes loas a los avances técnicos de la civilización por parte de todo tipo de medios de comunicación, que auguraban un porvenir de ensueño.
Y no era para menos. Hechos a imagen y semejanza de los humanos, de quienes a veces resultaba difícil diferenciarlos de no ser por el “Made in Global World” que lucían en el talón de Aquiles, presentaban una apariencia juvenil y eran especialmente aptos para trabajos domésticos y agrícolas. Los científicos habían conseguido una piel casi idéntica a la humana y simulaban hasta emociones similares a las de sus dueños.
Tenían una vida útil de diez años, como todo electrodoméstico, plazo en que era obligatorio el desguace. Pero, si presentaban durante ese tiempo alguna anomalía en su comportamiento, la compañía fabricante los reponía automáticamente hasta el final del periodo garantizado.
La única controversia que suscitaron vino determinada por sus encantos masculinos y femeninos, a los que muchos de sus dueños y dueñas no fueron inmunes. Pero el Ministerio de Asuntos Morales, asesorado por la comisión de buenas costumbres del Credo Global, dictaminó que los robots no tenían alma y que, por lo tanto, no podían ser considerados ni animales ni humanos. Razón por la cual, los jugueteos lúbricos con ellos de ninguna manera eran fornicación ni bestialismo, sino, todo lo más, actos de impudicia masturbatoria en los que el robot tomaba el lugar del fetiche.
Hay que reconocer que su precio era hasta tal punto desorbitado que únicamente quienes habitaban la cima de la pirámide social tenían posibilidad de adquirirlos. Lo que, tal vez, explique la actitud no beligerante de los guardianes de los principios morales.
Ciudad H7Q22
Enero de 2101
Enero de 2101
Publicado en Diario Lanza el 24 de Septiembre de 2012 (Esta fotografía anónima, encontrada en internet resume la situación a que había llegado el cine y el teatro en la época que nos ocupa)
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