Seguridad
Francisco Chaves Guzmán
En el año 2080 se cumplió un siglo del detector de metales como medida de seguridad en aeropuertos y ferrocarriles. Y, para celebrarlo, el Gobierno Global decidió sacar los detectores a la calle, implantándolos en plazas y avenidas de todas las ciudades, pues se había acordado tras una maratoniana reunión ministerial que cada metro cuadrado del planeta era objetivo de las fuerzas del mal.
Creo conveniente recordar que tales artilugios electrónicos habían ido ganando terreno a lo largo de la centuria. Que, tras su instalación en centros de comunicaciones, dieron el salto a todo tipo de edificios gubernamentales. Y, de ahí, a colegios, estadios, hospitales, supermercados y mingitorios.
También es necesario tener en cuenta que los detectores fueron multiplicando paulatinamente sus objetivos, pues de localizar frío metal pasaron a descubrir cualquier sustancia para la que se programasen. Y después a delatar estados de ánimo, pensamientos lascivos, ideas sospechosas y sueños divertidos. Hay que reconocer que la población, al principio, los acogió con cierto alivio, como un mal menor, como tributo con que se pagaba la seguridad. Y que, cuando pasados los años, se comenzó a comprender que se utilizaban como muestra de poder omnímodo, ya estaban incrustados en el tejido social.
Pero su implantación en las calles de las ciudades, en 2080, tuvo aires de comedia bufa. Pues los ubicados en ellas no disponían de los dispositivos electrónicos capaces de localizar absolutamente nada, sino tan solo el arco infame bajo el que hacer desfilar a los súbditos derrotados. Y digo infame porque recordaban a las horcas caudinas utilizadas para escarnecer al enemigo vencido. O sea, que de comedia bufa, nada. Sino que eran empleados por los vigilantes para intimidar y avasallar a los descuidados peatones que caían en sus garras. Porque en el Gobierno Global estaban convencidos de que únicamente el miedo y la degradación eran capaces de sostener su imperio. Tal vez por ello, en el Código Penal se incluyó el delito de negarse a pasar por el arco. O por el aro.
Ciudad H7Q22 Enero de 2101
Publicado en Diario Lanza el 29 de Julio de 2013