Sinrazón
Francisco Chaves Guzmán
Durante el año 2072, acosado el Gobierno Global desde muy diversos ámbitos de la sociedad científica e intelectual, dando palos de ciego, se enrocó en la sinrazón. Pero en esta ocasión con un patetismo sin precedentes y jaleado por sectores cada vez más reducidos, que desconocían la naturaleza de lo que se dirimía.
Y es que el ministerio de Educación y Propaganda, tras atender los dictámenes del ministerio de Asuntos Morales y del ministerio de Asuntos Prohibidos, decretó que ningún hecho de los estudiados en las ciencias sociales se sometía a la ley de la causalidad, que los sucesos eran casuales y aleatorios.
Fue un espectáculo esperpéntico ver al ministro, entrevistado por un locutor sumiso, explicar ante las cámaras de televisión la nueva verdad universal, claramente superado por una materia de la que nada entendía, ensayando silogismos que no engañarían ni a un chavalillo, desmintiéndose a sí mismo en cada cruce de ideas, enredándose en la maraña de la mediocridad. Hasta alcanzar su momento de gloria, mientras se ahogaba en los pantanos de la incompetencia, cuando, arrebatado por el espejismo del éxtasis, declaró que tampoco las leyes físicas se sometían a ningún principio causal, sino que obedecían al capricho de la naturaleza en cada momento dado.
A partir de entonces se estableció que la psicología, la antropología y la sociología eran engañifas para gente de poco fuste, bobadas para el entretenimiento de fantasiosos, pasatiempo para enajenados. No se sabe con exactitud por qué la estadística fue también incluida en esa caza de brujas, pero se piensa que se debió a su capacidad para demostrar que incluso los hechos aleatorios, como los de la física cuántica, obedecen a leyes que determinan el conjunto de los fenómenos.
Entretanto, los reideros clandestinos eran un bullicio de trabajo, pero también de diversiones y placeres, porque no sólo de ciencia vive la rebeldía.
Ciudad H7Q22
Enero de 2101
Publicado en Diario Lanza el 3 de Junio de 2013
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