ESPIRALES ELÍPTICAS
Pajaritos Y PajarracosFrancisco Chaves Guzmán
Es muy probable que dentro de unos
pocos siglos, cuando la educación tenga como fin único la manipulación de la
realidad, los libros de mitología, que darán noticia de los tiempos anteriores
a la instauración del Superpoder Sublime, hablen de un personaje legendario
llamado Pasolini, condenado por los Dioses Sublimes a ser asesinado de forma
repetida por haber intentado suministrar a los hombres el maligno elixir de la
libertad.
Vuelto a la vida una y otra vez por
los propios dioses, el antihéroe Pasolini habría sido ritualmente masacrado a
través de los tiempos en ceremonias celebradas de forma conjunta por los sumos
sacerdotes de los pajaritos y de los pajarracos. De esta forma, los prebostes
de la época habrán resuelto el problema de cómo continuar castigando al
disidente tras la muerte, lo que mantendrá a los jovencitos alejados del mal.
Esta es una de las muchas razones
que tenemos para volver a ver, ahora que todavía estamos a tiempo, la película
“Pajaritos y Pajarracos”, con la que Pier Paolo Pasolini intentó filmar una
comedia. Y cuenta el intelectual comunista, en sus memorias, que, como era un
burgüesito, la comedia se le convirtió en tragedia según avanzaba el guión.
Esta confesión aparece en su autobiografía, “Who Is Me: Poeta De Las Cenizas”, escrita
en verso libre, lo que nunca pudieron perdonarle sus enemigos de todo pelaje,
lo del verso y lo del libre.
Pues bien, en “Pajaritos Y
Pajarracos” quienes se comen al cuervo profesor, a Pasolini, son al mismo
tiempo pajaritos y pajarracos, algo así como híbridos entre los pajarracos que
se comen todo y los pajaritos comidos por todos. Esta es otra buena razón para
volver a ver la película.
Por supuesto que hay otras muchas
razones más, pero me las callo para no impedir al cinéfilo el placer de hallarlas
por sí mismo. Y para que nadie piense que me deleita el negrísimo humor
pasoliniano, con las terribles consecuencias que tal posibilidad podría tener en
la mitología futura.
De todo esto se deduce que no es tan
difícil escribir unas líneas sobre Pier Paolo Pasolini sin caer en lugares
comunes, sin sacar tajada por ello, sin hacer el canto fúnebre de alguien que
sigue vivo y sin destrozar su magnífica obra a martillazos. Se me olvidaba: a
él le hubiera gustado ser músico, también lo cuenta en su autobiografía.
Publicado en Diario Lanza el 8 de Septiembre de 2014
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