lunes, 25 de agosto de 2014

Cómo se Comenta una Obra de Teatro


ESPIRALES ELÍPTICAS
   Cómo Se Comenta Una Obra de Teatro
                                                                      Francisco Chaves Guzmán

            Cabría comenzar preguntándose: ¿Por qué razón el libro que hoy nos ocupa lleva por título “Cómo Se Comenta Una Obra De Teatro”? Y la razón para efectuar tal pregunta es que su contenido va mucho más allá de lo que tal título parece abarcar.
            Ya que, en efecto, un periodista de la sección cultural o un estudiante de filología bien pueden servirse de este formidable ensayo de José Luis García Barrientos para pulir sus críticas o recensiones a la hora de valorar una representación o un texto teatral. Pero el libro recoge tantas ideas e informaciones sobre el teatro en su conjunto que difícilmente podemos admitir que se limite a ser una guía para especialistas en esas áreas.
 
 

            También podría llevar por nombre “Cómo Escribir Una Obra De Teatro” si el autor, filólogo de profesión, hubiese pretendido inmiscuirse en el trabajo de los dramaturgos, pero, respetuoso con estos, no se atrevió a dar lecciones a nadie.
            Incluso no sería desacertado el título de “Cómo Ver Una Obra De Teatro”, a lo que García Barrientos seguro que renunció para evitar que cualquier espectador le respondiese que en asunto tan personal no existen verdades absolutas.
            Así que, atrincherado en el “Cómo Se Comenta” para no levantar suspicacias, lleva a cabo una magnífica disección de la totalidad del hecho teatral, disección que ningún involucrado en el mismo debería dejar de lado, incluidos el espectador y el lector.
            Porque... ¿qué es lo adecuado, el teatro del gesto, el teatro del grito o el teatro de la palabra?, que preguntaría de forma insidiosa el propio Pasolini. Y, para desatar este nudo gordiano, García Barrientos emplea sus armas intelectuales, que son numerosas, indicando con precisión geométrica el lugar que a cada uno y a cada cosa le corresponde. De tal manera que autor, director, actores, tramoyistas, técnicos y espectadores sepan con seguridad qué es teatro y qué no lo es, para qué sirve y para qué no servirá jamás.
            Nadie debería participar en una representación teatral sin tener a mano un tratado tan lúcido y exhaustivo como este, al que yo me permito poner como ejemplo, aún a sabiendas de constituir un paradigma más entre los existentes, pero un paradigma nuevo, preciso, lúcido, armonioso y brillante.

Publicado en Diario Lanza el 25 de Agosto de 2014    

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