lunes, 2 de junio de 2014

Los Días Demorados


ESPIRALES ELÍPTICAS
                Los Días Demorados
                                          Francisco Chaves Guzmán

            Voces en relieve de un tiempo fugitivo, arrecife de sueños rotos, vértigo en los márgenes del infinito, lenta metamorfosis de un reloj de arena, caleidoscopio de posibles imposibles, ondas sonoras de una dimensión paralela, musical silencio de los espacios infinitos, insidias de las mentiras desahuciadas, rutilante orgía de colores, quemaduras del clavo ardiendo del amor.
            Estas son algunas de las imágenes que me han sacudido mientras leía “Los Días Demorados”, el demorado conjunto de poemas de Fernando José Carretero que ha sido publicado en la Colección Literaria Ojo de Pez. Este libro luminoso debe su halo de luz a las oscuras sombras de la fricción entre los amores y los desamores; y su inmensa capacidad para generar turbaciones en el lector al muy maduro equilibrio entre el dolor más afinado y el orgullo de haber perseguido el laurel.
 
 

            De vez en cuando, menos veces de las necesarias, una colección de poemas tiene la capacidad de despertar en quien lo lee toda una serie de estremecimientos que llega a creer suyos, de trazos que pensaba olvidados , de paisajes mentales que fueron veredas pedregosas o sendas de arena. Y este libro lo es, tal vez porque tiene vocación de biografía y verdad, porque arrulla la memoria con una especie de canto jubiloso y triste.
            Estos antiguos poemas de un caminante encorajinado, estas palabras póstumas de un poeta vivo, estas quemaduras producidas por el dardo abrasador de la poesía, esta fiera recuperación de lágrimas y gozos tiene un no sé qué de estremecida declaración de amor, de universal declaración de guerra.
            Y aparecen en ellos las extrañas complicidades de los objetos, la indiferencia con que nos observa el tiempo, las sombras alucinadas del ocaso, la desconcertante incomprensión de los otros, los sorprendentes matices del ánimo, las ingeniosas modificaciones de la perspectiva, la sucesión de secretos escritos en el agua, los espacios kavafianos en que se demora el placer, la loca carrera de los amantes al otro lado del espejo. Y las apenelopadas esperas de la edad madura.
            En resumen, un poemario imprescindible.

Publicado en Diario Lanza el 2 de Junio de 2014

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