lunes, 3 de marzo de 2014

Qué diablos pasó con Baby Jane

ESPIRALES ELÍPTICAS
      Qué diablos pasó con Baby Jane
                                         Francisco Chaves Guzmán

            Juan Carlos Sánchez Belmonte ha estrenado en Ciudad Real “Qué Diablos Pasó Con Baby Jane”, versión teatral escrita y dirigida por él mismo, que cuenta con una serie de sorprendentes innovaciones muy a tener en cuenta. Veamos.
            “Qué Fue De Baby Jane” fue una mediocre novela escrita por Henry Farrell que conoció el aplauso del público al ser llevada a la pantalla por Robert Aldrich. El que Juan Carlos Sánchez Belmonte haga una versión teatral y musical de la película es muy novedoso, pues generalmente el camino que siguen las obras literarias es el inverso. Bien es cierto que el propio Farrell llevó su obra al teatro, pero no desde la película, sino desde la propia novela. Y con intereses estéticos bastante alejados de los de Sánchez Belmonte.



            Quien, por otra parte, ha convertido una obra eminentemente dramática, aunque con algún rasgo de fino humor, en una comedia muy divertida en la que los espectadores se lo pasan en grande con las peripecias y diálogos a los que presta un nuevo sentido.
            Además, los papeles de las hermanas Hudson, que en la película estaban interpretados por Bette Davis y Joan Crawford, aquí lo son por los actores Paco Alberola y Javier Hernán, que bordan una actuación memorable, alejándose de anteriores trabajos mucho menos peliagudos. Sobretodo Javier Hernán, que da vida a una Baby Jane llena de colorido y sin caer jamás en la afectación.
            Es preciso, también, dejar constancia de que la siempre difícil conversión del patio de butacas en escenario está resuelta con maestría, sin permitir en ningún momento que el público se sienta acosado ni olvide que está viendo una obra de teatro.
            Tampoco hay que pasar por alto que el tratamiento de la acción a la que el espectador no tiene acceso visual está muy bien solventado y que el vestuario es idóneo, así como la acertada sencillez del decorado.
            En mi opinión, los dos actores principales han dado un paso decisivo para ser considerados tales. Y el escritor ha corroborado su capacidad para realizar nuevas versiones de textos clásicos. Los tres tienen un reto definitivo: implicarse en una obra seria, actual, comprometida, arriesgada. Pues cuentan con los mimbres personales necesarios.

Publicado en Diario Lanza el 3 de Marzo de 2014  

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