Endorfinas
Francisco Chaves Guzmán
Pocos días habían transcurrido desde que comenzase el año 2056 cuando el Ministro Global de Asuntos Prohibidos escaló el púlpito de la intolerancia. Y desde allí, arrojando fuego por sus fauces cual dragón medieval, lanzó una proclama contra las malas costumbres que dejó temblando incluso a los más sosegados.
Temblaba el planeta entero ante la escalofriante perspectiva que se avecinaba, la de tener a centenares de millones de bebés berreando noche y día, amenazando la paz de los hogares, la estabilidad de los matrimonios y el descanso de los adultos. El ministro de Asuntos Prohibidos acababa de anunciarlo: quedaban prohibidos los chupetes.
Entre llamarada y llamarada, el señor ministro expuso los graves peligros que el deleznable chupete representaba, comenzando por los meramente estéticos, pues estaba científicamente demostrado que dejaba secuelas de infernal fealdad. Continuando por los sanitarios, pues no existían dudas sobre la imposibilidad de mantener su limpieza. Y terminando por los morales, ya que el movimiento compulsivo de los músculos faciales debía producir una liberación de endorfinas de tal magnitud que la voluntad, la empatía y el tesón resultaban mermados para toda la vida.
Así que, desterrados los chupetes de las farmacias ese mismo día, los papás tuvieron que acudir al mercado negro, pues la Mafia se había hecho con el monopolio de la distribución en los pocos minutos que duró la soflama del ministro.
Es preciso hacer notar que, en aquellos lejanos tiempos del régimen de los mercachifles, la organización mafiosa Cosa Suya había colocado a sus hombres más valiosos en el ministerio de Asuntos Prohibidos, donde se dedicaban a promover todas las iniciativas que obstaculizasen la libre circulación de cualquier producto, como el chupete, para así ensanchar los mercados paralelos.
Todo por la salud pública y las buenas costumbres.
Ciudad H7Q22
Enero de 2101
Publicado en Diario Lanza el 11 de Febrero de 2013
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