lunes, 13 de febrero de 2012

Edipo

Galería de Inmortales

                  Rey Edipo
                                         Francisco Chaves Guzmán

¿Qué puede temer el hombre,
 dime,
 si es el azar quien lo gobierna
 y no hay forma
 de prever nada de modo cierto?
(Edipo Rey, Sófocles)

     Las aguas del Danubio se deslizan mansas, olvidadas ya las juveniles torrenteras de su edad feliz en la Selva Negra. Hacen juego con la niebla otoñal, que descubre palacios estilo imperio, y con los bosques del Prater, bajo cuyas bóvedas mustias los paseantes parecen parte del decorado de este fotograma bello y frío.
     Sentados en un banco, Edipo y yo nos miramos fijamente a los ojos, dando profundas caladas a unos cigarrillos con sabor a paja. Tengo la impresión de que la entrevista no será fácil, de que Edipo está como agarrotado en su tristeza. Y que sabe que yo lo sé.
     Edipo.- ¿Cree que tengo motivos para mostrarme más abierto, más comunicativo?
     El Periodista.- Aún no lo sé. Pero pienso que mis lectores desearán conocer la causa de su estancia en Viena, tan lejos de los olivos y las vides de la tierra tebana.
     Edipo.- ¿Estancia? ¿Supone que me encuentro aquí voluntariamente? Soy un preso, un prisionero político, rehén de las contradicciones de la cultura burguesa.
     P.- ¿Freud?
     Edipo.- Freud me ha utilizado en su intento de convertir en universales parámetros locales de conducta. En apoyo de ese provincianismo neoeuropeo, pequeño burgués y culpabilizador, a cuyos demonios me tiene encadenado.
     P.- Digamos que no es usted freudiano.
     Edipo.- No es eso. Yo considero que Freud fue un psicólogo progresista, pero también un sociólogo reaccionario. ¿Recuerda su teoría de que no es posible el progreso sin la represión? Por desgracia, yo formo parte de su corpus sociológico.
     P.- Y usted no atisba ninguna vía de escape.
     Edipo.- ¡Oh, sí! Tal vez la enunciación de una nueva teoría a la que podríamos llamar Complejo de Freud.
     P.- Supongo que para desbaratar la carga ideológica del Complejo de Edipo... pero, ¿en qué consiste el Complejo de Freud?
     Edipo.- En la interiorización de la necesidad social de mantener simultáneamente ideas tolerantes y hechos totalitarios.
     P.- Ya veo.
     Edipo.- El Complejo de Freud es el constructo ideológico de la sociedad neoliberal.
     P.- Le veo profundo y belicoso.
     Edipo.- Es mi vida. Cada cual toma conciencia del entorno según sus relaciones con él: no querrá que me pase aquí, sin rebelarme, toda la eternidad.
     P.- ¿Por qué no publica su teoría?
     Edipo.- Ese es trabajo de filósofos, no de mitos. Ya están en ello Ignacio Ramonet y Hans Magnus Enszerberger. También Pasolini hubiera podido hacerlo.
     P.- ¿Pasolini? En su película "Edipo, el Hijo de la Fortuna" creo que sigue la hipótesis freudiana.
     Edipo.- No entre líneas. Lo asesinaron para que no contase todo lo que sabía. En los últimos años de su vida estuvo muy perspicaz: lea sus Cartas Luteranas.
     P.- Pero lo que parece fuera de duda es que usted mató a su padre...
     Edipo.- ¿Layo? No, no le maté. Aunque tampoco tendría demasiada importancia: los mitos han hecho cosas mucho peores... y también una buena cantidad de simples humanos.
     P.- ¿No lo mató?
     Edipo.- Como todo el pueblo tebano supo siempre, a Layo lo mataron unos salteadores de caminos. Además, Layo no era mi padre.
     P.- Pero Sófocles...
     Edipo.- Cuando escribió Edipo Rey, Sófocles era un anciano que veía tambalearse el sistema político de la polis. Los enemigos de la Grecia clásica habían tomado posiciones para alumbrar un nuevo poder, una nueva política y una nueva religión. Aristófanes, desde la escena, satirizaba a los dioses, los héroes y los hombres. A Sófocles le faltó fuerza para enfrentarse a los traidores.
     P.- ¿Entonces...?
     Edipo.- Sin embargo Sófocles cuenta realmente la conjura contra mí. Creonte, conocedor saben los dioses cómo, ¿hablaría yo en sueños?, de lo que me había revelado el oráculo de Apolo en Delfos, compró testigos para hacerme creer que la profecía se había cumplido. Tenía mucha ansía de poder: a mi caída, fue rey.
     P.- ¿Y Yocasta? ¿Por qué se suicidó?
     Edipo.- La traición consumada de su hermano la obligaba a escoger entre el tálamo y la sangre.
     P.- ¿Tampoco fue su madre?
     Edipo.- En absoluto. Mis padres fueron Pólibo y Mérope, reyes de Corinto.
     P.- ¿A causa de qué, pues, se privó usted de la vista?
     Edipo.- Para no ver tanta desgracia, tanta infamia, tanta traición. ¿Qué hubiera sido de mí, en Tebas, tras ese horrible drama?
     P.- ¿Y el oráculo?
     Edipo.- Los dioses se divierten confundiendo a los hombres. Sus intermediarios, aún más. Las profecías se cumplen porque el hombre necesita del miedo para no intentar acercarse a los dioses.
     P.- ¿Guarda rencor a Creonte?
     Edipo.- Puedo asegurarle que no. Cumplió con su oficio de futuro tirano, como más tarde demostró. Era un instrumento del destino, de la farsa, de la mentira.
     P.- ¿Y al traidor Tiresias?
     Edipo.- No me traicionó a mí: sirvió a su señor. Además, antes de hombre, había sido mujer.
     P.- Esta última afirmación es muy incorrecta.
     Edipo.- Perdóneme, pero no estoy hablando del mundo actual, sino de unos hechos literarios e históricos.
     P.- ¿Puede decirse que aquí termina el caso Edipo?
     Edipo.- No se equivoque, por favor. He tenido otras experiencias tan dramáticas como esta.
     P.- ¿Qué quiere decir?
     Edipo.- Que en otra de mis múltiples vidas literarias sí maté a Layo y que Layo era mi padre.
     P.- ¿Y Yocasta su madre?
     Edipo.- En ese tiempo, Layo estaba casado con otra mujer, de la que ni siquiera recuerdo el nombre.
     P.- Se cumplió el oráculo.
     Edipo.- No. Fue un crimen pasional por culpa de un muchacho llamado Crisipo.
     P.- Cuente, cuente...
     Edipo.- En otra ocasión: se está haciendo tarde.
     P.- ¿Sabe? Pienso que a los escritores les gusta confundir a sus personajes, tanto como los dioses se divierten confundiendo a los hombres.
     Edipo.- No lo sabe usted bien.
     Atardece. Del Danubio se levanta un vaho que se extiende por toda Viena, sepultándola en blanco. Salimos del Prater, cogidos por el brazo, como dos náufragos a la deriva. Edipo hace de guía mientras yo silbo un vals de Strauss.
     ¿Podría alguien asegurar cual de los dos tiene más muertos los ojos físicos; o si acaso sólo nos hemos mirado con los ojos de la mente?

Publicado en Diario Lanza el 13 de Febrero de 2012

1 comentario:

  1. Mirada penetrante, venga de donde venga.

    El Complejo de Freud que has esbozado me parece una ironía sumamente descriptiva de las miserias que sustentan el reino de la doble moral en que vivimos, y con frases como «los dioses se divierten confundiendo a los hombres. Sus intermediarios, aún más. Las profecías se cumplen porque el hombre necesita del miedo para no intentar acercarse a los dioses», te has asegurado un eco en mi memoria.

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