viernes, 15 de mayo de 2009

José Lémus, el Músico Transfigurado

ESPIRALES ELÍPTICAS

            El Músico Transfigurado
                                                       Por: Francisco Chaves Guzmán

     Imaginemos a este serio y concienzudo profesor universitario en el acto de convertirse en sí mismo. En la sala de conciertos se oye el tintineo de las copas entre conversaciones y risas, los focos barren lentamente el escenario, una guitarra precede a nuestro personaje. Tras un leve rasgueo de cuerdas, la transformación se produce en nanosegundos: el cuerpo se tensa, el rostro se endurece, incluso el nombre ha cambiado. Ante ustedes, José Lémus, cantautor.
     De raíces andaluzas, traspasadas a la llanura manchega en los albores de la infancia, José Lémus trasciende ambos orígenes y, sin renunciar en absoluto a ellos, podría decir con Gabriel Celaya que “…somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos…”. Porque es un ciudadano del mundo, arraigado en lo universal, sin otras fronteras que las que impulsa la propia conciencia, sin otro credo que el delimitado por el diálogo, el amor y la justicia.


     Tal vez por todo ello, en sus canciones resuenan influencias de quienes fueron sus primeras referencias musicales, Pablo Milanés, Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez… sobretodo Silvio Rodríguez, cuya canción Quién Fuera confiesa que derribó los esquemas musicales concebidos en la infancia. Ahora, con su propia personalidad y estilo, el poso que dejaron aquellos míticos cantautores, aún pugna por abrirse paso en sus composiciones.
     Pero, en realidad, un autodidacta de la guitarra como él es, tiene más fácil marcar su propia impronta, que lo diferencia del resto, que le permite subrayar los rasgos musicales enraizados en su carácter. Esto es comprobable tanto oyéndole tocar la guitarra española como la guitarra acústica. Y que está potenciado por ser el autor de la letra y la música de sus canciones.
     Hasta el momento, José Lémus ha editado dos trabajos de estudio. El primero, del año 2003, lleva por título Un Día Cualquiera, y es un homenaje a la “Trova Cubana”. El segundo, del año 2006, se llama Presente Continuo, de mayor madurez artística y mucho más personal.
     Con las canciones que componen estos dos trabajos se ha presentado en importantes salas de concierto a lo largo y a lo ancho de la geografía española, habiendo tenido éxitos clamorosos en Libertad 8, Barcelona 8 y Trovadict@. En Ciudad Real es invitado recurrente en Pachamama y el pasado sábado obtuvo una concluyente acogida en Chamberí.
     Estriban buena parte de sus logros en la complicidad con el público, a quien José Lémus sabe que es necesario hacer participar en el concierto. Pues el público no es un conjunto de espectadores pasivos que pasa el rato distraídamente mientras saborea una cerveza. No. Es necesario que participe de manera activa, que se comprometa con las canciones, que se vea envuelto en un proceso de “feed-back” que de alguna forma lo convierta en coautor de letras y músicas. Como en el teatro, o en el aula de la Universidad, el público es el personaje principal en sus conciertos.
     A veces, me sorprendo a mí mismo cautivado por la ensoñación, que me produce una sonrisa, de imaginar a José Lémus enseñando a sus alumnos derivadas e integrales al ritmo de una balada. Esto me ocurre, sin duda, porque comparto con él la idea de lo que debe ser un auditorio. Y también el convencimiento de que las ciencias y las artes no habitan compartimentos estancos, sino que están unidas por una maraña de vasos comunicantes y son meras formas de expresión alternativas de inquietudes básicas.
     Por otra parte, José Lémus complementa su actividad artística ejerciendo de productor de las obras de sus amigos y compañeros de giras Adrián Usero y Juan López Jamar. Y también ejerce de programador en la sala Pachamama, donde presenta asiduamente primeras figuras del panorama musical español.
     Y, ahora, público expectante, extremen su atención. La transfiguración se ha completado. Todo está listo. Cuando el cantautor les salude con un acorde y un guiño de ojos significa que el concierto va a comenzar.

Publicado en Diario Lanza el 14 de Mayo de 2009

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