domingo, 5 de abril de 2009

Alberto Muñoz, Melómano y Juglar

ESPIRALES ELÍPTICAS

              Melómano y juglar
                                                    Por: Francisco Chaves Guzmán

     Es preciso comenzar diciendo que la verdadera pasión de Alberto Muñoz, profesor de la Universidad de Castilla la Mancha y presidente del Círculo de Bellas Artes de Ciudad Real, es la música: a quienes compartimos con él charlas e inquietudes nos resulta difícil imaginarlo ayuno de su cotidiana ración de ópera y dodecafonía.
     Por esta razón, la reciente presentación en “Pachamama” de una selección de sus cortos cinematográficos ha podido sorprender a muchos que no estaban al tanto de su trayectoria. Pero no hay nada de inaudito en ello: Alberto Muñoz lleva varios años indagando en la capacidad que tiene el cine como transmisor de ideas y compromisos, lo que ha hecho de espoleta en el nacimiento de su nueva afición.
     Y es precisamente su condición de melómano la que le permite crear entramados en los que se levantan historias muy sólidas, que tienen como denominador común un ritmo frenético, auspiciado por la combinación de música electrónica, melódica, étnica, dodecafónica, coral, jazzística e, incluso, sonido de campanarios y ruidos informes. Todo ello condimentado con distorsiones muy efectivas que no dan tregua al espectador.


     Estos cimientos musicales permiten a Alberto Muñoz exponer en la pantalla sus más hondas preocupaciones morales y estéticas. Su defensa a ultranza del patrimonio natural y del patrimonio cultural, su ataque a los depredadores de la riqueza colectiva en el siniestro altar del beneficio personal, su convencimiento de que la devastación es inevitable si las relaciones ecológicas, en el sentido que a la ecología le otorga la teoría del Materialismo Cultural de Marvin Harris, no son sometidas a un profundo cambio estructural.
     Naturalmente, su sentido del ritmo y sus instancias éticas no serían suficientes para alumbrar una obra consistente. Para asentarla, Alberto Muños cuenta con su inteligencia natural, entendiendo por inteligencia no la suma de conocimientos propia del erudito, sino la capacidad de relacionar los datos disponibles de forma creativa, estableciendo muy lúcidas interconexiones.
     Por otra parte, en sus cortos hay una aparente despreocupación por la forma, sensación conscientemente buscada por el autor en su afán de no abrumar al espectador. Y, sin embargo, lo que consigue es un estilo propio, muy personal, cargado de guiños de una extraordinaria fuerza intelectual.
     Prueba de ello es el cortometraje "Luz y Aire", homenaje al pintor Manuel López Villaseñor, en el que recrea con singular acierto el universo estético del pintor, desde el primer al último plano, a través de una serie de imágenes oníricas de gran belleza.
     Por otra parte, tampoco falta un humor muy fino, que, en mi opinión, constituye prueba genuina de creatividad en todas las artes: los seres abismales y pútridos que han expulsado a los inocentes humanos en el falso documental "Mancha Ominosa", lo certifica.
     En resumen: en compañía de Alberto Muñoz se está muy lejos de la “cultureta” engañosamente candorosa. Y muy cerca del espíritu juglaresco que sembraba los caminos de juegos y canciones para solaz e instrucción del paisanaje.

Publicado en Diario Lanza el 2 de abril de 2009

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