jueves, 28 de octubre de 2010

La Cruzada de los Niños

ESPIRALES ELÍPTICAS
             La Cruzada de los Niños

                                                       Por: Francisco Chaves Guzmán



            Fue mediado el Siglo de la Luces, en plena efervescencia de la Enciclopedia y de la Razón, que se tuvieron las primeras noticias de unos hechos acaecidos muchos siglos atrás. Investigadores franceses e ingleses encontraron, en archivos cristianos y musulmanes, documentos que revelaban la existencia de ciertos sucesos que habían sido hurtados a la memoria colectiva, tal vez por su gravedad y vileza. Tras doscientos años de estudios por numerosos eruditos, el inglés Steven Runcimon estableció la descripción canónica de tales hechos en su libro “Historia de las Cruzadas”, publicado en 1954. 
            Resulta que en 1212, aprovechando la exaltación que acompañó a las gestas de los cruzados, clérigos alemanes de Colonia y franceses de París arengaron a legiones de adolescentes —que a su vez se convirtieron en predicadores, lo que hoy llamaríamos una estructura piramidal— para que se enrolasen en una nueva cruzada que, esta vez sí, propiciaría la toma de Jerusalén para establecer allí un reino cristiano, tal como correspondía al lugar en que se encontraba el Santo Sepulcro. El éxito de la empresa estaba asegurado por la juventud de los nuevos cruzados, ya que, aducían, el fracaso de las expediciones anteriores era consecuencia de los pecados que acarreaban los adultos que lo habían intentado. Al paso de los jovencitos se abrirían las aguas del Mediterráneo y se desmoronarían las murallas de Jerusalén.
            Este episodio ha sido llamado por los modernos historiadores La Cruzada De Los Niños. Pero estoy con los que piensan que tal denominación es engañosa. En primer lugar porque no eran niños, ya que en esa época, como herencia del Derecho Romano, la mayoría de edad civil y penal se producía a los catorce años. Y en segundo lugar porque no fue una Cruzada, sino una corriente migratoria propiciada por el poder real.
            Cuando el Papa Inocencio III tuvo conocimiento de los preparativos de la expedición se opuso radicalmente a ella y amenazó con la excomunión a los monjes, aparentemente visionarios, que la animaban. Pero los ejércitos de Federico II de Alemania y de Felipe II de Francia le hicieron entrar en razón y concedió una bula por la que se autorizaba la nueva Cruzada.
            ¿Qué razones les incitaban a emprender, incluso en contra del parecer papal,  la epopeya? Tras la guerra y la peste, multitudes de huérfanos vagaban por los campos galos y germanos, en estado de hambruna y pobreza extremas. Su lógica rebeldía comenzaba a crear problemas de orden y de propiedad. Así que decidieron quitárselos de encima. Más de cien mil muchachos llegaron al puerto de Marsella en dos interminables columnas, la que llegaba de Colonia y la que llegaba de París, llenos de fervor religioso y esperanza en un futuro heroico. La mitad de los chicos murieron en el mar, al hundirse las viejas naves en que eran transportados. Los demás fueron vendidos como esclavos en Túnez y Egipto.
            Tres grandes novelas, escritas en los últimos cien años aproximadamente, narran estos acontecimientos para deleite e instrucción de multitud de lectores. Deleite porque son tres obras de arte literario. Instrucción porque ayudan a comprender el mundo, el antiguo y el nuestro, estableciendo nexos de conexión con las “Razones de Estado” que se barajan en nuestros días.
            En 1895, Marcel Schwob publicó “La Cruzada de los Niños”, con la forma novelística inglesa, ahora convertida en clásica, de mostrar los acontecimientos desde los diferentes puntos de vista de cada uno de los personajes. La primera edición en castellano fue prologada por Jorge Luis Borges, que había quedado anonadado al tener primer conocimiento de lo ocurrido en los albores del siglo XIII. En 1990, la editorial Obelisco ha llevado a cabo una última reedición de la obra.
            En 1959, fue publicada “Las Puertas del Paraíso”, del escritor polaco Jerzy Andrezjewki, experimento literario, luego seguido por muchos, consistente en presentar el texto en una sola frase, sin signos de puntuación, pero con una carga emocional de gran calado. La obra fue igualmente denostada por el partido comunista y por la iglesia católica polaca, siendo él católico y comunista, lo que le llevó a dejar la militancia y el país. En Méjico, el catedrático Sergio Pitol realizó la primera traducción y el prólogo de la novela, que en 1996 fue publicada por la Universidad Veracruzana, uno de cuyos volúmenes conseguí para mi biblioteca particular tras mil andanzas y afanes varios. Ha sido últimamente publicada en España por editorial Pre-Textos, en 2004.
            En 2002, el alemán Peter Berling, publicó “La Cruzada de los Niños”, en clave de crónica histórica muy documentada, tal vez la más accesible para cualquier lector por su fácil y entretenida lectura. Ha sido publicada en España por editorial Grijalbo, en 2004.
            Así pues, nadie tiene excusas para no darse por enterado.         
    
Publicado en Diario Lanza el 25 de Octubre de 2010              

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